
Por lo que han podido averiguar, se trata de una hembra adulta que conserva su largo y grueso ovopositor, con el que pondría sus huevos dentro de los tejidos de las plantas. En la cabeza y el tórax tiene un gran número de perforaciones que se cree que eran detectores de la humedad, dado que la necesitaban para vivir y en su entorno era muy variable.
No se sabe con exactitud por qué esta familia no pudo sobrevivir al Cretáceo, si bien Peñalver tiene una teoría: "Estas 'cigarrillas' se adaptaron muy bien a las primeras plantas con flores que hubo en la Tierra, las angiospermas, y cuando éstas comenzaron a diversificarse, puede ser que no fueran capaces de adaptarse como otros 'saltahojas'".
Lo que sí se sabe es que se alimentaban de la savia de las plantas y se protegían de sus depredadores con un color similar a la flora que les rodeaba, y que también se ha extinguido.
Para poder conservar y estudiar el insecto, los investigadores, que publican su trabajo en la revista 'Alvia', recurrieron a una resina inventada por la NASA, que es totalmente transparente.
No es la única pieza de 110 millones de años encontrada en Sant Just. Allí también apareció una tela de araña con sus presas, la termita 'Aragonitermes teruelensis', las avispas 'Cretevania montoyai' y 'Cretevania alcalai' o el "Hispanothrips utrillensis"
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/10/29/ciencia/1288365556.html
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